Pedro (Pierre en francés) nació en Cuet, Francia, el 12 de julio de 1803. Sus padres, campesinos acomodados, lo bautizaron el 16 de julio, en memoria de la Santísima Virgen María del Carmen: la figura de María, de hecho, será una constante en su vida. Es sencillo y de buena educación. Será el párroco de Cras-sur-Reyssouze, el abad John Trompier, quien percibirá la inclinación de Pedro al sacerdocio y le sugerirá que entre a la escuela preparatoria del seminario abierta en su rectoría, donde fue recibido el 11 de noviembre de 1814. Durante su adolescencia, se apasionó por las cartas de los misioneros: su vocación a la misión maduraba en él. El día de la Confirmación eligió a Luis Gonzaga como su segundo santo patrón y decidió llamarse Pedro-Luis; sabiendo entonces que su madre lo había consagrado a la Virgen incluso antes de su nacimiento, añadió el nombre de María a sus dos nombres.
La misión: un sueño por cumplir
Cuando entra en el seminario, Pedro-Luis- María aprovecha muy bien el tiempo de sus estudios, pero las dudas e incertidumbres sobre su elección de vida no le dejan en paz; sin embargo, logró superarlas rezando, especialmente a la Virgen María. El 15 de julio de 1827 fue ordenado sacerdote y nombrado vicepárroco en Ambérieu, luego párroco en Crozet, pero el deseo de ir a la misión nunca lo ha abandonado. Dos veces le pidió a su obispo partir a la misión, pero le fue denegado el consentimiento. Mientras tanto, se acerca al Padre Jean-Claude Colin, quien junto con otros sacerdotes diocesanos fundan la Sociedad de María. Entre los objetivos de la nueva congregación religiosa también aparece la evangelización del mundo no cristiano. Pedro finalmente rencuentra allí su vínculo con María y el ideal de la misión. Se siente como en casa. Es entonces que decide convertirse en marista.
De Francia a Oceanía, el largo viaje hacia lo desconocido
En 1835 la Santa Sede pide a la diócesis de Lyon misioneros para Oceanía y también los maristas son invitados. Los religiosos aceptan partir, pero piden a la Santa Sede que antes que otra cosa, sea reconocida su congregación. La aprobación de la Sociedad de María llega el 29 de abril de 1836. Pedro, es uno de los designados para salir en misión y hace sus votos religiosos el 24 de septiembre, el día de Nuestra Señora de la Misericordia. Un mes más tarde, a la edad de 33 años, parte del puerto de Le Havre. Le llevó más de un año llegar al archipiélago de Hoorn y luego desemmarcar en la isla de Futuna con el fraile Delorme. Los dos se presentan entonces al soberano, el rey Niuliki, y él les ofrece hospitalidad en su propia casa. Desde el principio, Pedro se adapta a las costumbres de la isla y trata de aprender el idioma local. Un mes después de su llegada, el 8 de diciembre de 1837, celebra en secreto su primera misa en la cabaña construida por el rey para él y el hermano Delorme. Incapaz de esconderse por mucho tiempo, decidió invitar al rey y a sus familiares a la liturgia de Navidad de medianoche, describiéndola como una gran fiesta. La noticia del rito del Padre Chanel se extendió inmediatamente por toda la isla y muchos acudieron a la cabaña transformada en capilla para pedirle al misionero que la repitiera.
El primer mártir de Oceanía
A lo largo de varios meses, el Padre Chanel comienza a visitar los pueblos de la isla, acercándose a la gente, curando a los enfermos, cuidando a los ancianos y distinguiéndose por su dulzura y bondad. Después de dos años, ya se ha dado a conocer en toda la Isla de Futuna, muchos se interesan por la religión de la que habla y hay quienes le piden ser preparados para recibir el bautismo. La fama del religioso, sin embargo, molesta mucho al rey Niuliki que teme debilitar su autoridad, por lo que comienza a obstruir su ministerio para inducirlo a abandonar la isla. El rey procura en diversos modos que Pedro sea insultado, acosado y robado, le restruinge las provisiones de sus alimentos y persigue a los catecúmenos. No obstante esta dura persecución, Pedro mantiene su paciencia y humildad. No se desanima.
La situaciòn sin embargo empeora cada vez más pues el rey, al enterarse de la conversión de su primogénito, el príncipe Meitala, se exaspera y consulta a su familia decidiendo hacer morir al padre Chanel. Confia la ejecución a su yerno Musumusu y el 28 de abril de 1841 el misionero es masacrado, convirtiéndose así en el primer mártir de Oceanía. El soberano estaba convencido de que con tal vil acción habría erradicado la nueva religión, pero al año siguiente llegaron otros misioneros a Futuna; luego se construyó una pequeña iglesia en el lugar del martirio y en 1844 ya todos los habitantes de la isla eran cristianos. El 17 de noviembre de 1889.
León XII declaró Beato al P. Pedro Chanel y el 12 de junio Pío XII lo proclamó santo con el título de proto-mártir y patrón de Oceanía.